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martes, 26 de julio de 2011

beninar,un antes y un después

Beninar, aparentemente es un pueblo normal con sus habitantes y todo, pero en su pantano exixte un secreto y una leyenda que para mi gusto es romántica y a la par que trágica.

En el lugar del "antiguo Beninar", por llamarlo de alguna forma, actrualmente hay un pantano artificial, y en sus profundidades, está su leyenda. Beninar fue desalojado e inundado en 1983.ya que se encontraba en el lugar exacto del proyecto, desde entonces han aparecido multitud de fotografías que han creado toda clase de teorías. Algunos lugareños dicen afirmar que se ve el campanario de la iglesia cuando el nivel baja drásticamente, otros dicen que antes de inundar el pueblo, se demolió por completo. Personalmente, yo no quiero comprobarlo, pero siempre que lo veo me transmite un respeto, y me hace pensar en el enigma que en sus aguas descansa. Por lo demás, no hay mucho que decir de este pueblo aparentemente, pero en las mentes de las personas siempre estará el recuerdo y el enigma del pantano. Si me piden elegir, yo preferiria quedarme con el romanticismo antes que con el olvido, pero eso que lo decidan mis lectores.

algunos lugareños cuentan que el cementerio no fue desalojado antes de la inundación,una madre se negó a abandonar la tumba de su hijo y murió abogada.Desde entonces cada año la madre surge de las aguas en busca de su  hijo.

Por supuesto,solo son historias,o quizás no...

domingo, 10 de julio de 2011

Película de terror

Recuerdo de un pasado en que la burguesía aprovechaba y transformaba estos edificios rurales en auténticas villas de recreo. Fue levantado en  1868 por Bernardo Campos Rambaud, hacendado e importante industrial almeriense, que llegó a ser alcalde de Almería en 1841, y diputado en el periodo 1865-66. Fue construido como regalo de boda a su esposa Ana Medina Ximénez.
La construcción está realizada en sillares de piedra y enlucido de yeso, seguramente proyectada por Enrique López Rull o Trinidad Cuartara Cassinello, los dos arquitectos del momento.

El cortijo presenta una estructura donde la planta baja muestra a la izquierda los almacenes para, en un principio la uva; y más tarde, en 1960, adaptados para  la naranja y con una gran puerta claveteada; y a la derecha, la vivienda del cortijero.

En la planta alta se coloca la vivienda del propietario, con una organización burguesa representativa, donde se
instalan en la crujía exterior las habitaciones nobles (dormitorios y salón), y en la trasera las de servicio.
Destaca la organización de un jardín y un paseo de palmeras al eje de la entrada de la vivienda, delimitado con un poyete continuo, flanqueado en su extensión por granados y que llega hasta una fuente cuadrada adosada al muro que rodea la finca. Además de los naranjos como actividad comercial, la finca disponía de arbolado para autoconsumo y huertos. Para estos cultivos se disponía de dos balsas, una cegada y otra utilizada también para piscina durante el verano, todo un lujo para la época, que incluso disponía de un cuartillo para desvestirse.

El abastecimiento se obtenía con una fuente propia y la propiedad de horas del canal de San Indalecio.
El bloque principal responde al modelo de vivienda burguesa con fuerte impronta neoclásica, tal como muestra la regularidad y simetría de la planta, y la composición equilibrada de la fachada. De dos alturas, crea un sorprendente volumen realzado por las dos torres circulares gemelas en las esquinas, dedicadas a palomar y añadidas en 1879.
Las esquinas están reforzadas con sillares  de cantería. La cornisa y demás remates de la planta baja son de piedra labrada.

Los huecos están cerrados con rejería artística.  En la cubierta, cerrando el patio central, destaca el volumen del lucernario, habitual en las construcciones de esa época.
El 22 de Julio de 1936 un incendio arrasó la hacienda, pero la estructura robusta del edificio aguantó, así como a la posterior expropiación para su uso como almacén republicano.                                            Finalizada la guerra fue necesaria la restauración del edificio, de lo que se encargó el arquitecto almeriense Guillermo Langle Rubio, que mantuvo la torre izquierda ennegrecida en recuerdo del incendio que a punto estuvo de destruirla totalmente.
Esta nueva etapa va ligada a Dolores Godoy Campos, para quien el cortijo constituye una segunda residencia.                                                                                                                         
La familia Godoy vive aquí en un ambiente de lujo y distinción típico de la burguesía con intereses agrarios, que le permiten disponer de un cortijero cuidando y cultivando la propiedad, y un abundante servicio doméstico. Para ello la vivienda dispone de generosos 700 m2.
LA CAPILLA-PANTEÓN.

Frente a la puerta principal y al otro lado de la vía se dispone una capilla con portada ojival excavada en la roca y el panteón familiar.
En 1890, ya viuda, Ana Medina funda la capilla panteón para sus descendientes. Allí traslada los restos de su suegro, Campos Arredondo, y de su esposo, cuyo segundo apellido, Rambaud, aparece con cierta frecuencia en la historia almeriense del siglo XIX. De sus dos hijos, Rafael murió joven, y se dice que en Córdoba estuvo secuestrado por una partida de bandoleros.
José Campos Medina tiene de su matrimonio con Clotilde Sanchez Barranco, cuatro hijos, Ana, Clotilde, Bernardo y Dolores, que hereda la finca.
Bernardo Campos Sanchez casado con Presentación Peral Obispo, mueren a causa de la gripe del 18, y pasado los 10 años prescritos por razones sanitarias, pasan al túmulo familiar. A través de Dolores, la familia entronca con los Godoy. Siguen los hermanos Diaz Godoy, propietarios de la finca, mientras que la casa antigua pasaba a Carlos Godoy Campos y la parte del Panteón, llamada Finca el Boliche, a Nicolás Godoy Campos.

Se accede a la ermita a través de una pequeña avenida de palmeras y ágaves, que desemboca en una placeta de cipreses.
En la fachada, sobre la puerta ojival que lleva en forja las iniciales del primer propietario (BCR), una hornacina alberga una virgen con niño, decapitados, y con un escudo indescifrable en el pedestal.
La parte interior es una bóveda de cañón con nichos laterales y dos pequeñas estancias a modo de capillas.

En el suelo una lápida con la inscripción:
“Bernardo Campos Arredondo, Bernardo Campos Rambaud, Ana Medina Ximenez, Rafael Campos Medina, Clotilde Sanchez Barranco, Bernardo Campos Sánchez, Presentación Peral Obispo, Bernardo Campos Peral, María del Milagro Campos Peral, Dolores Campos Aguilar, Rafael Torres Salcedo, Manuel Torres Campos, Antonio Torres, Ana Rapallo Campos, Amalia Godoy Campos, Emilio Godoy Campos, José Godoy Campos. D.E.P.
Las familias de Campos Peral, de Rapallo Campos, de Torres Balbás y de Godoy Massa dedican este recuerdo al eterno descanso de sus almas. 30 de noviembre de 1.952”.

Durante la guerra civil, el panteón fue profanado y saqueado, removiendo los cuerpos de sus ataúdes y esparciendo los huesos por el suelo de la ermita. Los familiares tuvieron la paciente tarea de reconstruirlos y excavar una fosa de unos dos metros de profundidad, donde fueron depositados y cubiertos con esta lápida.
Hay otras lápidas individuales con las siguientes inscripciones:
“Dolores Campos y Aguilar, Viuda de Torres, 27 de julio de 1884 R.I.P”.
“El Exmo Sr. Don Bernardo de Campos Rambaud falleció el 5 de noviembre de 1886 R.I.P”.
“Don Francisco Díaz Alvarez falleció el 18 de mayo de 1915 a los 67 años de edad R.I.P. Recuerdo de su esposa e hijos”.

“ El Ilustrísimo Señor don Juan Carreño Sánchez, teniente coronel retirado de la guardia civil, caballero de la Real Orden de san Hermenegildo, benemérito de la Patria del Mérito Militar, falleció el 1 de enero de 1925 a los 68 años de edad. R.I.P. Triste recuerdo de su esposa e hijos”.
“María Ángeles Carreño Vargas, falleció el 6 de abril de 1969. D.E.P. Tus hijos y nietos no te olvidan”.
Hay varias actas enmarcadas de concesión de indulgencias para quienes apliquen misas, comuniones, rosarios y demás por los que allí descansan.

Una, fechada el 31 de diciembre de 1895, es una cuartilla manuscrita del Obispo don Santos Zárate concediendo 40 días de indulgencia.
Otra de 100 días concedida por el cardenal Antolín, arzobispo de Toledo.
Otras cuatro, por 40 días cada una, por Jaime Cardona y Tur, obispo de Sión, pro-capellán mayor de Su Magestad y pro-vicario general del Ejercito y la Armada.
Otras cuatro de don José María de Cos, arzobispo-obispo de Madrid Alcalá.

Además de por su arquitectura, el cortijo es famoso por otra cosa.
Sucesos paranormales.