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lunes, 12 de septiembre de 2011

la furgoneta

Durante un tranquilo paseo en coche, asomé la cabeza por la ventanilla para ver unas ruinas, en las que el sol iluminaba su interior con un gran reflejo azul que me llamó la atención. Decidimos aparcar el coche en un terraplén y ver que era aquel misteioso reflejo.

En estos momentos es cuando una duda empieza a recorrer el cuerpo: ¿Será algo interesante o una tontería? Como en la mayoria de los casos. Este pensamiento,al menos a mí, me cambió cuando al doblar una esquina vi esta maravilla que el tiempo dejó atrás.

Esta vieja camioneta lleva aquí más de 40 años, su motor en perfectas condiciones Estaba protegido por un ejército de avispas que le defencieron de mí, o lo que es lo mismo, que por la dichosa foto terminé como un colador, pero mereció la pena al menos para mí.
En la parte del conductor solo quedaba el volante, otros botones cuyo uso desconozco, las marchas, y poco más. Los sillones habían desaparecido y los manillares se habían desintegrado por la oxidación, así que el acceso al interior era imposible, al menos para mí.

La parte de carga no era más que unas tablas cortadas sobre una estructura metálica, con una serie de enganches que permitían que las paredes bajasen para poner la mercancía. Entre la cabina y la zona de carga tenía un par de rejillas para ver la parte trasera desde el retrovisor.

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